Parece que fue ayer, y ya han pasado más de cuatro años, cuando entré por primera vez a desarrollar mi labor como docente en un centro de educación para adultos.
Es único ver cómo, personas de todas las edades y con diferentes patologías, quieren dar una nueva oportunidad a la educación. Aprender otro idioma, o desarrollar el propio pero que por causas externas (la guerra civil, la economía familiar, una enfermedad o una decisión pasada equivocado) truncaron su oportunidad de desarrollarlo y aprenderlo.
Es increíble todo lo que puedes aprender de ellos y lo que te pueden cambiar la manera de ver las cosas. No negaré que enseñar a una persona adulta que va por voluntad propia es complejo, pero precisamente por eso, porque van "por voluntad propia" es diferente. Van a aprender, conocer, curiosear, hablar, desahogarse, interactuar entre ellos o simplemente sentirse escuchados. Pero todo merece la pena.
Aunque no doy clase a este colectivo, tambien acuden niños con necesidades de refuerzo en primaria, ESO, bachillers y demás pruebas de acceso a FPs y universidad. Con todos ellos, eres cada vez más consciente de la falta de motivación de muchos alumnos y de la impersonalización de la educación.
Una pena y una motivación más para cambiar las cosas!!!
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